martes, 30 de octubre de 2007

Poeta cítrico de extramuros



*A Dante lo conocí en al menos dos viajes, es decir en al menos dos Dantes, pero sobre todo una noche en Villalonga que nos cobijaba junto con Selva en una especie de taller mecánico, cuando todavía no lográbamos jugar con tres clavas. Leíamos a Artaud, me parece, también me parece que fue aquel día memorable del taller onomatopéyico con los niños del pueblo en la biblioteca, ese por el que los viejos parroquianos reclamarían tras escuchar la estampida de gritos y la mitología sobre el rito de iniciación que entre dientes nos permitimos. Trio ditirámbico!. Esa noche, una sonrisa cómplice con Selva (quien también debe estar entre mis epitafios y quizás yo en los suyos), Dante con nosotros, que solíamos caminar descalzos, y él, claro, como niño monstruo que era, con el guiño del testigo. En fin, he aquí a mi hermano Dante, y lo más importante: un poema suyo.


28/12/86
El destino le dijo
-vágale la inocencia maría
(algo de mí murió en ella
con la primer borrachera)

nunca superó verme
roto contra la pared
no pude mirarla a los ojos
aquella vez desde
(¿cómo seguía?)


“estas cosas aparecen para crear un vacío
no para llenarlo”

soporta leer mis poemas
por insistencia

la lastiman

y vuelve a preparar el mate
para relajarse

¿Qué puedo hacer si perdí la sintaxis con la vida?
Vida sintaxis perdí
tiempo tardes
tus manos perdí un día
detrás del río negro

El ritmo estoy perdiendo

Me da vuelta la cara
cambia la yerba
y pregunta -¿Dónde vas a parar?
Sin pelos ni amigos

No no el whisky no sirve y es caro
te deja como un vegetal leyendo poemitas
para nadie
te hace mear en cualquier lado
escribir
a
múltiples destinatarios

musiquitas irrelevantes mujeres
que ya no piden tus palabras

Te puede el corte de verso
todo
te puede.

1 comentario:

la-llorona dijo...

se le extraña..

(un poco)